miércoles, 23 de agosto de 2017

“Fuimos conejillos de indias”: los métodos anticonceptivos utilizados en reclusos que reavivaron el debate sobre la eugenesia en Estados Unidos



En un pequeño condado en la parte rural Tennessee, a los presos se les ofreció descontarles 30 días de sus penas a cambio de un vasectomía o un implante anticonceptivo de acción prolongada. Funcionarios califican la medida como una herramienta en la lucha contra el abuso de opioides, mientras que quienes se oponen a ella, la llaman eugenesia.

En la primavera, Deonna Tollison, se presentó en un tribunal frente al juez Sam Benningfield en Sparta, Tennessee.

Es una sala grande, iluminada con luces de neón y llena de bancos de madera para que se siente el público.
Tollison fue acusada de violar las condiciones de su arresto domiciliario: el más reciente problema de una vida conflictiva, que en el peor momento la vio adicta a los opioides y viviendo en su automóvil.

En el estrado, Tollison testificó que había intentado encaminar su vida por el sendero correcto, que se había alejado de las drogas y que estaba criando a dos hijas pequeñas, así como a la hija de una hermana que murió en un accidente automovilístico.

Sin embargo, recaídas y desacuerdos con la ley le siguieron poniendo obstáculos a su progreso y nuevamente se encontraba ante un juez.

Se le acusó de hacer viajes no autorizados al supermercado y de permitir que las pilas del dispositivo colocado en su tobillo para monitorear su ubicación se descargaran.

Tenía ante sí la posibilidad de volver a la prisión local.
"Soy madre soltera de tres niñas hermosas y un nieto recién nacido. Mi madre es discapacitada. Mi hermana es discapacitada", dijo Tollison en el estrado.

"Cada una de ellas depende de mí porque soy la única que tiene licencia (para conducir). Amo a mi familia profundamente. En los últimos cuatro años he hecho todo lo que está en mi poder para recuperar mi vida".
La audiencia no tuvo resultados favorables para Tollison.

En su veredicto, el juez Benningfield dictaminó que sus continuos tropiezos y el hecho de estar desempleada no la hacían apta para el arresto domiciliario.

Ordenó que cumpliera el resto de su sentencia en la cárcel del Condado White.

Poco después, Benningfield hizo un anuncio sorprendente ante toda la corte: la implementación de un nuevo programa que permitiría que a presas como Tollison pudieran restarle 30 días a sus condenas si accedían a usar un método anticonceptivo de larga duración.

En el caso de los hombres, indicó el juez, se ofrecerían vasectomías.

La firma
Poco después de su llegada a la cárcel, empezaron a circular unos documentos para colocarse un implante llamado Nexplanon, que evita el embarazo por un periodo de hasta cuatro años.

Tolllison firmó, al igual que otras 30 mujeres.

Del lado masculino de la cárcel, 38 hombres se registraron para someterse a vasectomías.
Con una población media de 221 presos, esto representaba una parte importante de la cárcel.




Tollison tuvo que asistir a una clase de salud neonatal, la cual se enfocó en los efectos que el abuso de drogas, durante el embarazo, puede tener sobre el feto.

Después, una enfermera utilizó un dispositivo especial, similar a una aguja, para insertar el implante, del tamaño de una cerilla, bajo la piel de la parte superior de su brazo izquierdo.

A los hombres se les organizaron visitas con los urólogos.
Unos dos meses después, cuando la prensa local se enteró del programa, la pequeña localidad de Sparta empezó a acaparar la atención, no sólo nacional sino internacional.

"La malicia innombrable del programa de eugenesia de Tennessee", decía uno de los titulares.

"El programa de eugenesia del juez Benningfield es un ultraje", escribió un bloguero, quien también sugirió que no debería seguir ejerciendo funciones como juez.

Pasado de esterilizaciones
Estados Unidos tiene una larga historia de esterilizaciones forzadas en personas pobres, con enfermedades mentales o en minorías.

En su historia reciente, estadounidenses nativos, mexicanos estadounidenses y afroestadounidenses han tenido que enfrentar esterilizaciones a la fuerza o a través de prácticas engañosas por parte de miembros del Estado y de gobiernos locales.

Aunque el movimiento de eugenesia de Estados Unidos -admirado por Adolf Hitler y replicado por los nazis- alcanzó el cénit de su popularidad en la década de 1920, los estados forzaron esterilizaciones hasta en la década de 1980.

Treinta y dos estados llegaron a tener un programa de esterilización en diferentes momentos, financiado con fondos federales, que implementaban en sus prisiones o asilos.

Hombres homosexuales eran obligados a esterilizarse si las instituciones mentales los catalogaban como "desviados sexuales". También sucedió con madres que recibían asistencia social.

En algunos lugares, la esterilización era una condición para salir de prisión.

Casos individuales aparecieron en todo el país.
En 2014, el gobernador de California firmó una prohibición contra la esterilización en prisiones, después de que docenas de mujeres fueron sometidas a la ligadura de trompas -mientras estaban tras las barras- sin haber dado el debido consentimiento.

Consentimiento informado
Las autoridades en Tennessee señalaron que nadie fue forzado y que el programa se canceló antes de que los hombres que se inscribieron en el programa fuesen sometidos a las vasectomías.




Pero las dudas sobre si un preso puede llegar a dar un consentimiento informado a un procedimiento de ese tipo a cambio de una reducción de la sentencia podría ser el eje de futuras demandas federales sobre lo que ocurrió en el Condado White.

"No cumple con los requisitos de lo que puede considerarse una decisión autónoma. Se ha construido una relación jerárquica", indica Alexandra Minna Stern, historiadora de la Universidad de Michigan y autora de "Eugenic Nation" ("Nación Eugenésica").

"Puedes decir que la gente hizo una elección, pero esa es la razón de por qué las esterilizaciones no son permitidas en prisiones federales: la asimetría de la relación".

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